Mensaje de Mauricio

Cuando debí elegir un tema para el remitente de este mensaje, quise decir algo como: "gracias por matizar mi vida durante estos años", o tal vez "fue inolvidable esa noche, frente a la Alhóndiga de Granaditas"; o "nunca borraré de mi corazón el escenario del Teatro Doblado con Santa Sabina adueñándose, del mundo, de mi mundo, de nuestro mundo, por una hora, por dos, por años".

Pero son tantas cosas, que me es imposible elegir un solo asunto y ponerle un título a esto que siento cuando hablo de Santa Sabina.

Ustedes me ayudaron a comprender, a entender que existen mundos pararalelos, algo casi inexplicable, pero que con su música se vuelve tan natural, que casi no se puede creer. Por ejemplo, cuando escucho "Lamento", yo entiendo, todavía, "esperanza". Cuando me transporto con "Alas Negras", lo hago bajo la luz penetrante de la luna. Entiendo, entonces, que esa luz - oscuridad, es la vida, el amor, la construcción de un sueño.

Pero en un plano distinto, Santa Sabina es también mi adolescencia en León y en Guanajuato, mis días -nada lejanos- de estudiante en la Universidad Autónoma Metropolitana y de la gira "Muévete por la libertad"; las tocadas en contra de la privatización educativa; mis amigos, melancólicos y sonrientes; el Monumento a la Revolución; el Zócalo, los zapatistas, el amor, el amor, el amor... Carajo, duelo rico el solo pensarlo.

Muchas gracias, Santa Sabina, por transformarme en un ser oscuro - luminoso, melancólico - feliz; por convertirme en un vampiro-insurgente-zapatista; por hacerme sentir una víctima de Nosferatu, a pesar de ser solo un paseante más fisgoneando bajo las faldas de un Ajusco Nevado.

Están en mi corazón.
Atentamente:
El que fui.
El que soy.
El que seré.
Mauricio.

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