CAPITULO I
"América"

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Todo empezó en una huelga, por lo menos para mí. Corría el año de 1987, y fue entonces cuando terminaba dicha huelga que hicieron los estudiantes de la UNAM, queríamos que se creara un congreso universitario donde hubiera participación de los estudiantes y que no se subieran las cuotas, lo de siempre. Pero ese acontecimiento me llevó a conocer gente que quizá de otra forma no hubiese conocido. Estudiábamos en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, yo cursaba el último año, y en la huelga tuve la oportunidad de relacionarme con gente de otros grados. Entre ellos el director que tiempo después dirigiría una obra donde conocí a los primeros integrantes de Santa Sabina. Cuando llegué de Guadalajara para estudiar en dicha escuela, yo tenía grandes ideales sobre el teatro universitario, mismos que poco a poco se fueron derrumbando, gracias a la realidad a la que me enfrentaba: ciertas injusticias e incoherencias, una serie de cosas decepcionantes. En ese entonces el CUT tenía fama de ser una de las mejores escuelas y de las más estrictas, de ahí se aprovechaban algunos maestros para hacer lo que se les antojaba.
Así que cuando surge el movimiento estudiantil, por obvias razones varios alumnos nos interesamos y participamos. Conocí a gente muy chida como Sergio Hernández, que en paz descanse, él era un actor y una persona maravillosa, quien trabajó con nosotros tiempo después en la parte de los videos que proyectamos en vivo en los conciertos. También conocí a Alejandro Reza, gran amigo y actor. Y a David Hevia, quien se inclinaba hacia la dirección de teatro. Así que con ellos y otros compañeros de la Facultad de Filosofía, empezamos a montar una obra de teatro que reflejara todo lo que sentíamos después de la experiencia de la huelga. Esta obra era AMÉRICA basada en la novela de Franz Kafka. Empezamos con las lecturas, y como ya habíamos renunciado a la escuela pues después de la huelga las cosas siguieron iguales, y nadie más quiso cambiarlas. Nosotros quisimos hacer nuestro propio proyecto, aunque lo hicimos en la Universidad, era una producción independiente.
Un día el director llegó con otros chavitos, obvio todos estábamos chavitos, pero esos más. Eran los músicos. Tenían un grupo llamado Psicotrópicos. Tocaban un jazz muy extraño y padre. Entre ellos estaban: Juan Sebastián Lach, Taniel Morales, Andrés Loweve, Jacobo Lieberman, Poncho Figueroa y Pablo Valero. Resulta que ellos iban a musicalizar la obra en vivo. Y entonces iniciamos los ensayos con ellos. Tocaban e improvisaban en las distintas escenas. Teníamos un espacio ahí en la escuela que nos prestaban para ensayar, luego nos trasladamos al sótano de la Facultad de Arquitectura, mismo que transformamos con nuestras propias manos porque era una bodega gigante de escenografías viejas. Estuvimos algunos meses ensayando, buscando por todos los medios cómo producir tal obra. Era un montaje padrísimo: transformamos todo ese espacio y construimos un laberinto por donde entraba la gente, y luego ya la obra transcurría en una estructura muy grande que simulaba la proa de un gran barco. Era una interpretación muy particular de esta novela de Kafka, y para nosotros tenía todo un significado de lucha.
Así que la estrenamos en el mes de agosto de 1987 y nos gustaba mucho hacerla noche con noche, iba gente joven al teatro, me imagino en gran parte por la música en vivo y por el lenguaje escénico, muy vanguardista a mi forma de ver, y que por lo menos yo hasta el momento nunca había visto en otra obra. Obviamente a las vacas sagradas del teatro no les gustó, a las que fueron porque a la mayoría le importó poco. La novela es muy buena así que había mucho material para hacer algo interesante, por si alguno de ustedes la conoce, yo hacía los papeles de Teresa y Clara. Me encantaba, creo que es de las obras que recuerdo con más amor. A todos los que participamos nos marcó y nos dejó algo muy especial. Pues trabajábamos a todo sin tener ningún recurso ni apoyo pero con toda la entrega y todo el amor que le profesábamos al teatro.